Las personas que padecen este trastorno presentan dos características básicas: permiten en forma pasiva que otras personas tomen todas las decisiones importantes en su vida, porque les falta confianza y se sienten incapaces de funcionar de forma independiente. En segundo lugar, para asegurarse de que no perderán su posición dependiente, someten sus propias necesidades a las necesidades y demandas de otros. Temen la separación y tienen una necesidad excesiva de que alguien les cuide, como consecuencia son personas sumisas y excesivamente apegadas.
Los sujetos dependientes tratan de ser tan complacientes que nadie podría desear abandonarles. Si se les deja solos se sienten vacíos, en extremo ansiosos e incapaces de funcionar por si mismos. Tal vez sientan ansiedad incluso cuando la relación dependiente está intacta, debido a la preocupación constante por perder a la figura dominante de alguna forma, por divorcio, muerte, etc.